El lambrusco es uno de los vinos más vendidos en el mundo, sin embargo, no goza de especial reputación entre algunos “aficionados” y “críticos” en general, especialmente fuera de Italia.
Las opiniones acerca de este tipo de vino suelen ser absolutistas colocándolos a todos en el mismo nivel de baja calidad. Al que sale en su defensa, incluso con buenos argumentos, muchos lo tildan de no saber nada de vinos o de "iniciante".
¿Por qué el lambrusco tiene tan mala reputación?
Si nos remitimos a su historia entenderemos la razón.
En la primera mitad del siglo XX el Lambrusco era un vino seco y su espuma, al igual que en el Champagne, se producía mediante una segunda fermentación en botella (método tradicional).
Con la llegada de las nuevas tecnologías, la producción de Lambrusco aumentó considerablemente desde principios de la década de 1960, con la introducción del método Charmat (donde la espuma se obtiene con una segunda fermentación en un tanque presurizado diseñado para ello, de acero inoxidable).
Así en los siguientes veinte años el Lambrusco se vendió considerablemente en el extranjero, especialmente en los Estados Unidos, donde tuvo mucho éxito y representó alrededor del 50% de los vinos italianos importados. De hecho, se promocionó como una especie de Coca Cola italiana. En los años setenta, gracias a una masiva operación publicitaria de la Fórmula Uno, el mercado estadounidense se inundó con millones de botellas de Lambrusco al grito de "Red Cola".
Uno de los errores que ha contribuido a la formación de una imagen negativa de este vino es precisamente que, atraídos por la sobreproducción rentable, se favoreció el aspecto cuantitativo empobreciendo el producto final.
Para el consumidor medio estadounidense, mexicano, español… el lambrusco sigue siendo solo ese vino. Convencerlo de lo contrario no es tarea fácil, es una etiqueta consolidada en la mente, que se refuerza con algunos productos que se venden hoy como Lambrusco y ni siquiera lo son, o con lambruscos de calidad cuestionable que lamentablemente suelen ser la generalidad de los que salen de Italia.
Desafíos actuales
Los Lambruscos que más se venden en los mercados extranjeros se producen en cantidades masivas y suelen ser increíblemente baratos, tanto que para muchos profesionales del vino resulta inconcebible que cuesten tan poco. En el caso de México, es uno de los vinos más vendidos en el canal de autoservicio y tiene mucho sentido, pues aunque depende de los gustos, el precio siempre ayuda a la compra.
El hecho de que se asocie el Lambrusco a un vino de baja calidad y barato es uno de los más grandes desafíos que enfrentan productores "no comerciales" que luchan por insertar sus vinos en el mercado internacional, así como importadores y distribuidores que buscan diversificar sus catálgos con una selección de vinos italianos "más elaborada", por decirlo de algún modo.
Vinos de una producción más pequeña, donde se realiza un trabajo cuidadoso e incluso delicado, donde aparejado a la calidad se eleva también el factor costo, porque además no son producciones masivas e inmediatas; terminan siendo declinados por el consumidor medio, que no suele estar dispuesto a aceptar el precio al cual termina vendiéndose este Lambrusco.
Cuando en alguna feria de vinos en México he presentado un Lambrusco seco o dulce, pero diferente a aquellos que se ven a diario en el supermercado, la experiencia es muy gratificante porque el consumidor suele impresionarse con la calidad y el estilo de estos Lambruscos a los que rápidamente le asocian una pasta al ragú o una hamburguesa. Sin embargo, es impresionante al mismo tiempo, la cantidad de veces que muchos ni han querido probarlos expresando abiertamente su predisposición negativa respecto al producto.
¡Por supuesto que existen muy buenos lambruscos!
Decir que todos los lambruscos son de baja calidad, especialmente a día de hoy, no tiene sentido, cuando existe tanta variedad y técnicas diversas de elaboración. En cualquier caso siempre es recomendable probar, experimentar con Lambruscos realizados con diferentes técnicas y combinaciones de uvas y degustar algunos con denominación de origen, donde los controles y regulaciones que se aplican ayudan a elevar la calidad.
Es importante tener presente que el Lambrusco puede ser dulce (y esto NO es en lo absoluto sinónimo de malo), pero también hay secos y amables. Pueden ser ligeramente efervescentes (llamados frizzantes en Italia) o espumosos y se producen tintos, rosados y blancos, aunque la difusión de esta última versión es escasa.
El Lambrusco se declina además en numerosas variaciones, de las 6 DOC existentes las más conocidas son las 3 siguientes, que vale mucho la pena probar:
* Lambrusco Grasparossa di Castelvetro: el tipo con mayor cuerpo.
* Lambrusco di Sorbara: más floral, con un ligero toque salado.
* Lambrusco Salamino di Santa Croce: a medio camino entre las dos anteriores.
Si quieres saber más de estas variaciones puedes leer nuestro post: Lambrusco, tres de sus variaciones más conocidas)
Además el vino Lambrusco marida muy bien con una gran variedad de platos, pues tiende a ser fresco, fragante, justamente tánico; sumamente digerible, moderadamente alcohólico y agradable sin llegar a ser demasiado exigente.
Antes de terminar me gustaría dejarles dos recomendaciones de Lambrusco Grasparosa di Castelvetro: uno rosado seco (Noi Due) y uno tinto seco (Lacrime di Bosco). Producidos por Societá Agricola La Piana, cuyo viñedo se encuentra en el corazón de la zona DOP Lambrusco Grasparossa di Castelvetro.
NOI DUE - se realiza con uvas recogidas a mano donde se combinan Lambrusco Grasparossa y Lambrusco di Sorbara, se usa solo con el mosto flor y un método Charmat largo.
Color: Rosado intenso con perlage fino.
Aromas: Aromas intensos y frescos como capullo de rosa, manzana, cereza y limón e incluye ligeras notas de corteza de pan.
Sabor: En boca tiene una acidez media con gran armonía. La persistencia es rica y recuerda las notas percibidas en nariz.
Maridaje: Ideal como aperitivo, con pescado azul, perfecto con fideos con salmón.
LACRIME DI BOSCO - se realiza con uvas recogidas a mano de solo Lambrusco Grasparossa y método Charmat.
Color: rubí brillante con reflejos violáceos. Espuma y perlage fino y persistente.
Aromas: intensidad media de aromas que recuerdan a capullos de rosas y frutos como mora y fresa silvestre.
Sabor: en boca es seco, muy agradable al recordar los aromas percibidos en nariz. Armónico con una acidez media, con taninos suaves en evolución, equilibrados y limpios.
Maridaje: va muy bien con carnes a la parrilla y hervidas, perfecto con hamburguesas.
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Hasta pronto! ;)